PALADARES
la cocina gráfica en el cartel de Santiago
Pol
"lo que fue/ sobrevivía/ tercamente/ en sus papilas gustativas"
Lena Yau
La identidad de los símbolos gráficos está generalmente asociada a
impresiones sensitivas. El gusto es parte esencial de ese discurso. Comer
trasciende la misión natural de alimentarse: es conocimiento, una mejor forma
de aprehender otras culturas. Cocinar es más que procesar alimentos, está
asociado a creatividad. Freír, sazonar, mezclar u hornear la imagen hace del
trabajo creativo una suerte de proceso alquímico. Unir opuestos y
complementarios, establecer tensiones cromáticas, enfrentar objetos disímiles y
hornear las ideas son parte de la creación de la imagen. El diseñador no
estaría, entonces, muy lejos del cocinero. Ambos manipulan sustancias para
producir formas, sensaciones y opiniones.
El mensaje insinuado a través de la comida no es un discurso racional.
Sabores, texturas y olores provocan un choque en los sentidos del comensal. Los
alimentos en los carteles persiguen un resultado similar. Por ello habla Pol de
“olfato visual”. También pudiésemos agregar paladar gráfico o alimentación
cromática a la relación visual diseñador-cartel-espectador. El uso de víveres y
objetos culinarios como propuesta gráfica alude a lo nutritivo de la imagen.
Comer y mirar son complementos así como ilustrar y cocinar prácticas
creativas.
Hemos establecido como una condición en la obra de Pol que el
orden y el origen de los iconos están firmemente asociados a las impresiones
sensitivas. En el caso de estos carteles se trata del gusto y quizá, como
semiosis, del olfato. Consumir visualmente la cultura para luego representarla
implica un trabajo de investigación. Sin embargo, la desabrida erudición de los
tratados tendría muy poco que aportar al artista gráfico en este sentido. La
sazón de una mezcla visual no puede encontrarse en otro lugar que no sea la
experiencia, eso le otorga un cierto carácter hedonista, en la propuesta de
Santiago Pol, al trabajo del diseño. Además, es una forma de convidar a la
comunicación por una vía donde los estímulos, los deseos y las apetencias
tienen la palabra. Comer es comunicarse y también comunidad. Es reunirse
cultural y familiarmente alrededor de la mesa para intercambiar sabores,
colores, amores y calores. Semejante idea le sirvió a Pol para representar a
México a través del chile en Nuevo México. Cine y Video Contemporáneo:
un cartel elaborado con una gran economía de recursos pero con un mensaje de
gran contundencia. Se trata de tres chiles con los colores de la bandera
mexicana —rojo, blanco y verde— colocados uno junto al otro. El rojo y el verde
están cruzados por los orificios propios de la cinta cinematográfica.
También hay una importante alusión culinaria en el cartel para la
Expo Shanghai 2010. En un círculo casi mandálico, cuatro manos sostienen un
pincel occidental y uno oriental; un tenedor y un par de palitos chinos. Alimentación
y creatividad, cocina y artes gráficas. Lo visual y lo nutritivo conjugan un
idioma universal donde las distintas culturas convergen.
No son esos los únicos ejemplos de la fértil unión entre la vista
y el gusto. Lo tenemos, también, presente en el cartel de la muestra Olfato
Visual en el Museo Cruz-Diez.
Ahí un ojo es frito como un huevo en un sartén soportando las altas
temperaturas y los altos contrastes cromáticos propuestos en el diseño.
Amarillo, violeta y rojo —dos primarios y un secundario— conviven violentamente
en el centro del sartén. Verde, amarillo y naranja —dos secundarios y un
complementario— suavizan los bordes y crean, junto al rojo, una atmósfera de
sensaciones placenteras detrás del objeto.
Además, esa relación entre lo visual y lo olfativo, está presente
en Affiches Vènèzueliènnes, un cartel modular donde la unión de dos
carteles muestra un par de huevos fritos que sugieren dos ojos.
Es frecuente la aparición de esta iconografía culinaria cuando le
ha tocado graficar eventos donde es mostrada su obra. Puede ser una forma de
servir la mesa para los comensales de la imagen gráfica o, quizá, se trata de
una forma de compartir su misteriosa receta para la creatividad.
Fantastique, Humberto!
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