NUNCA SOMOS IGUALES
La igualdad es una utopía que suprime nuestra condición humana y contraviene los principios de la existencia misma de la vida. En nuestro universo nos hallamos insertos en una naturaleza asimétrica regida por leyes simétricas. Estamos ligados, como explica el profesor Nasif Nahle, al campo de acción de esas leyes, sin embargo, “los seres vivientes son sistemas asimétricos”. No podemos referirnos a nuestro origen asimétrico como un absoluto misterio. Lidiar con la diferencia es vivir el mundo que nos corresponde. Los científicos Yoichiro Nambu, Makoto Kobayashi y Toshihide Maskawa ganaron en el año 2008 el Premio Nobel de Física por su contribución a la investigación de la ruptura de la simetría que generó el origen del universo: "for the discovery of the mechanism of spontaneous broken symmetry in subatomic physics" y "for the discovery of the origin of the broken symmetry which predicts the existence of at least three families of quarks in nature" como aclaran en http://www.nobelprize.org.
Ángulos, dimensiones, pesos, relaciones cromáticas y muchas otras características de los cuerpos están sustentadas en la inestabilidad y las proporciones desiguales. El equilibrio entre dos o más partes, en este sentido, es posible entre contrarios, desiguales o pares con variables que les impiden ser totalmente equivalentes. Medir, tanto como observar es batallar con las asimetrías. No obstante, si se trata de representaciones y las abordamos desde la perspectiva de lo estético la diversidad sería, por lo tanto, el “prana” de la belleza. ¿Esto quiere decir que no trabajamos con lo simétrico o no lo valoramos? No pudiésemos afirmar eso. Pero, aún cuando apreciamos también los esquemas regulares, sin embargo, lo hacemos en un mundo de referencias múltiples.
1. La más perversa de todas las igualdades
La mayoría de los dogmas ideológicos tienen como base estandarizar en un mismo patrón a un conglomerado de personas. Esto puede provenir de una fuente religiosa o política. Quizá los más terribles ejemplos en la historia sean aquellos que han sido formados por la convergencia de las aguas que brotan de una y de otra. El resultado de las acciones emprendidas por este tipo de ideologías está siempre alineada con la sumisión. En un sistema de equivalencias destaca el conjunto y desaparece lo individual: todos se someten a quien ordena la forma.
La igualdad en los regímenes totalitarios es una condición que deriva en la injusticia y la infelicidad de los pueblos que los padecen. Y es que la demanda de simetría en los sistemas políticos, sociales y económicos es el resultado de un forcejeo antinatura con los seres humanos. Es decir, provienen de acciones que suprimen a la persona. Tienen la obligación de obtener formas organizativas donde cada uno de sus elementos adopte características y condiciones idénticas a las del resto de sus partes. Incluso si esto involucra la desaparición de una raza. Contrarios a nuestra naturaleza estética y biológica fustigan las diferencias sin obtener un mejor resultado que la opresión. No importa si quienes los padecen terminan deseando la cárcel que han sido obligados a aceptar. Así ocurre con los burócratas descritos por Fedosy Santaella en Las Peripecias inéditas de Teófilus Jones: “Nosotros los clones de la burocracia estamos alineados y alienados en esta sala de la comisaría. A los lados, adelante, atrás. Yo estoy justo en el medio. Aquí es donde me gusta. Aquí donde nadie me ve, donde no resalto. Soy uno más que cumple con su trabajo: complicarle la existencia a todos”.
2. Cultivar la diversidad
El Salón Nacional de la Coexistencia 2011 ha sido un esfuerzo para cultivar la diversidad, fomentar la asimetría, incitar el respeto al derecho a vivir la belleza de ser diferente. Lo ha hecho a través de un arte híbrido, cambiante y callejero como el cartel.
La iniciativa provocada —y uso esta palabra por la idea de que el arte siempre tiene un impulso subversivo— por el Espacio Anna Frank señala como valioso un mundo donde aquello que convive y tiene relaciones de justicia es porque acepta frente a sí un rostro extraño, porque se deja seducir por pieles de diversos colores, lenguas foráneas, ritos incomprensibles y costumbres que pueden llegar a ser perturbadoras. Estar con otros, si bien puede referirnos a un asunto de leyes y políticas, aquí es también un tema del espacio y sus relaciones. De la representación y las sensaciones, de la condición del humano y sus formas expresivas. La coexistencia ocurre en lugares compartidos donde podemos aceptarnos porque hemos creado códigos, desde nuestras diferencias, que permiten entendernos. La cultura media y se forma en ese proceso de tensiones deseadas.
Los sistemas de representación están hechos de elementos dispares que son capaces de reunirse en un espacio, a veces insólito, para ofrecernos conjuntos de signos que valoramos como textos creativos. Las palabras se unen en la sintaxis y obtienen su valor gracias a las diferencias que las definen. Igual ocurre con la mayoría de los principios simbólicos: el valor de su significado es producto de la coexistencia de los elementos dispares. Sin embargo, aquello de donde proviene su mayor potencia expresiva está aún más allá. Sobrepasa la fuerza de la forma y canon que rige el orden de los signos en un texto, en una pintura, en el diseño o en lo audiovisual. Se encuentra en la vibración producida cuando esas multitudes de palabras o imágenes heterogéneas se acoplan desde su diferencia. Es una unión blanda: no hay fuerzas, argumentos o posiciones definitivas. La define la posibilidad de transformación. Es un encuentro en espacios que fluyen: aire entre los cuerpos, cambios de lugares, silencios entre las palabras, roces inauditos y permanente intercambio. Coexistir, en este sentido, tiene una poderosa carga erótica llena de sensaciones que ocurren cuando son cruzados los discursos, desequilibrados los pensamientos, provocadas las imágenes por una multiplicidad de elementos provocadores.
3. Paraíso irregular
La coexistencia no es solo un efecto del proceso creativo. Cuando pensamos en las vibraciones producidas por la confluencia de elementos en un espacio no debe, necesariamente, señalarse obras y nada más. Hoy también los grandes procesos geopolíticos están relacionados con esto. Los movimientos migratorios contemporáneos dan cuenta de ello. Las asimetrías de los cuerpos, de las lenguas, de la moda, de las formas de pensamiento, del consumo, de las tecnologías y de cada átomo que está en movimiento producen formas de coexistencia donde las culturas y sus expresiones artísticas, políticas o sociales en general son posibles gracias a esas múltiples irregularidades. A la emergencia de movimientos producidos por la necesidad o el deseo.
La asimetría lleva en sí misma la idea de coexistir. Lo diferente está a la vez cargado de necesidad y compañía. El movimiento desordenado de átomos por el planeta es, entonces, una poderosa corriente de movilidad simbólica, emocional y biológica. Lo es también la inestabilidad de los géneros, el intercambio de bites, las modificaciones a la codificación genética, las versiones de la información, los cambios de energía y otras tantas cosas afines a nuestra existencia en el siglo XXI.
Ana Ajmátova, poeta del siglo XX, quien sufrió la presión de un régimen sustentado en la necesidad de simetría y castigador de la diferencia, escribió: “Estamos tan intoxicados uno del otro/ Que de improviso podríamos naufragar ”. Estas palabras interpretadas una y otra vez en la crítica literaria pueden ayudarnos aquí, lejos de esos análisis, a comprender el espacio, el movimiento y lo distinto.
¿Podemos permanecer iguales? ¿Existir con el otro no es acentuar nuestras asimetrías para hacer que el deseo y la necesidad nos sigan uniendo? Versos más adelante la poeta rusa dice: “Este paraíso incomparable/Podría convertirse en terrible afección./Todo se ha aproximado al crimen”. Si aquello que ha estado bendecido por su unión a través de los tiempos se envilece debido a la permanencia inamovible de una vida que no varía, ¿dónde reencontramos la justificación para seguir, continuar, existir? ¿Es posible un mundo estático? Ajmátova luego de referirse al perdón divino abre un espacio de posibilidad: “Llevamos el paraíso como una cadena bendita/Miramos en él, como en un aljibe insondable,/Más profundo que los libros admirables/Que surgen de pronto y lo contienen todo”. Podemos atrevernos en el contexto de nuestro escrito —del lector y mío, donde compartimos en las diferencias y desacuerdos que celebro tenemos— a mirar ese paraíso que llevamos, también, como la cadena bendita de todos nuestros significados. Es la profundidad del total de las irregularidades que nos distinguen puestas de nuevo en movimiento, señalando la negación del acoplarse a un molde, afirmando las diferencias que nos dejan coexistir. Ese paraíso no lo buscamos en un origen, lo llevamos encima; está en nuestra condición humana. Nunca somos iguales porque hemos de transformarnos.
Eso que acarreamos con nosotros es la condición de existencia de la asimetría desde el origen del universo. Su aceptación nos permite una convivencia natural, irregular, diversa y conflictiva. Abrir un espacio simbólico que la alimente y señale, como lo hace este Salón de la Coexistencia, nos aparta del crimen y nos devuelve al paraíso de esa “cadena infinita” de posibilidades de estar vivos.
PREMIO ÚNICO. Seudónimo: AJÍ DULCE. Yessica Silvio Batista y Domingo Villalba (Caracas) |
MENCIÓN HONORÍFICA. Seudónimo: NINFA. Yessica Silvio Batista (Caracas) |
Seudónimo:
JARDINERO. Domingo
Villalba (Caracas)
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Seudónimo:
JUANCHI. Juan Manuel
Madriz Pontiles (Coro, Falcón)
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Seudónimo:
YK. Yekatherina
Sánchez (El Junquito)
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Seudónimo:
IMG. Germán Pérez
(San Diego, Carabobo)
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NOTAS:
1. Texto elaborado para el catálogo del Salón Nacional de la Coexistencia 2011. Publicado por el Espacio Anna Frank: http://www.espacioannafrank.org/
2. El lector puede ver todas las piezas participantes, leer el veredicto y obtener más información en el Site Web del evento: http://www.espacioannafrank.org/coexistencia2011/veredicto.html
NONE OF US ARE THE SAME
Equality
is a utopia that suppresses our human condition and goes against the principles
of the existence of life itself.
In our universe we find ourselves inserted into an asymmetric nature
ruled by symmetric laws. We are
bond, as Professor Nasif Nahle explains, to the field of action of these laws,
even though, “living beings are asymmetric systems.” We cannot refer to our asymmetric origin as an absolute
mystery. Dealing with this difference is to live in a world that relate to us.
Scientists Yoichiro Nambu, Makoto Kobayashi and Toshihide were awarded with the
Nobel Prize in Physics – 2008 for their contribution to the investigation of
the rupture of the symmetry that gave origin to the universe: "for the
discovery of the mechanism of spontaneous broken symmetry in subatomic
physics" and "for the discovery of the origin of the broken symmetry
which predicts the existence of at least three families of quarks in
nature" as stated by http://www.nobelprize.org.
Angles,
dimensions, weights, chromatic associations and many other characteristics of
the bodies are based on instability and unequal proportions. Equilibrium
between two or more parts, in this respect, is possible among contraries,
uneven or even, with variables that prevent them from being totally equivalent.
Measuring and observing is a
battle with asymmetries. Nevertheless, if it is about representations, and we
look at them from an aesthetic perspective, diversity would then be the “prana”
of beauty. Does this then mean
that we do not work with symmetries, or that we do not value them? We cannot confirm this. But, even when we also appreciate
regular schemes, we do so however, in a world of multiple references.
1. The most perverse of all equalities
Most
ideological dogmas are based on standardizing, under the same pattern, a
conglomerate of persons. The
origin of this could be from a religious or political source. Possibly the most terrible examples in
history may be those that have been formed by the convergence of tides that
flow from one and the other. The
outcome of actions born from this kind of ideologies is always aligned with
submission. In a system of equivalences the group prevails and the individual
as such disappears: everyone yields to whom orders the form.
An
equal right in totalitarian regimes is a condition that results in injustice
and unhappiness of the people that are its victims. As the fact is, that the urgent need of symmetry in
political, social and economic systems is the result of an inhuman struggle
against nature itself and human beings.
In other words, they arise from actions that suppress people. They are obliged to find ways to
organize so that each of its elements adopts characteristics and conditions
identical to the rest of its parts.
Inclusively, if this involves the disappearance of a race. Contrary to
our aesthetic and biological nature, they lacerate differences without
obtaining any result other than oppression. Regardless that those who suffer, end up desiring the prison
that they have been forced to accept.
Thus occurs with the bureaucrats described by Fedosy Santaella in the
unedited version of “Las Peripecias” by Teófilus Jones: “We, the clones of
bureaucracy are aligned and alienated in this police station; at the sides, in
front and behind. I am in the
exact middle. Here is where I like to be. Here, where no one sees me, where I
do not stand-out. I am one more
who does his job: To complicate everyone’s existence.”
2. Cultivate diversity
The National Salon of Coexistence 2011, has been an
effort to cultivate diversity, encourage asymmetry, and promote respect for the
right to live the beauty of being different. This has been accomplished through a hybrid, versatile and street
art, represented in the poster.
The
initiative provoked – and I use this word because there is consensus that art
has a subversive force – by Espacio Anna Frank, reveals a invaluable world,
where that which coexists and is related to justice, is, because it accepts to
face strange features, because it allows itself to be seduced by different
color skins, foreign languages, incomprehensible rites and customs that could
become disturbing. Being with
others, even though it could well reference us to a matter of laws and
politics, is also here a subject of space and relationships; representations
and sensations of the human condition and its expressions. Coexistence occurs in shared
spaces where we can accept one another because we have created codes from our
own differences that allow understanding.
Culture mediates and builds itself in that process of desired tensions.
Representation
systems are conformed by different elements that are capable of uniting in a
space, sometimes unheard of, to offer us an ensemble of signs that we value as
creative texts. Words are joined
in syntax and gain their value thanks to the differences that define them. The same happens with most symbolic
principles: the value of their meaning is a product of the coexistence of
different elements. On the other
hand, the origin of its greatest strength of expression is even further away. It goes beyond the strength of the form
and canon that rules the order of the signs in a text, in a painting, in design
or in audiovisuals. It is there in
the vibration produced when myriad of words or heterogeneous images connect
from their difference. It is a
soft, pure union: there is no force, arguments nor pre-fixed positions. It is defined by the possibility of
transformation. It is an encounter
in spaces that flow: air among the bodies, changes of place, silence between
words, unprecedented frictions and permanent interchange. To coexist this way has a powerful
erotic charge full of sensations that occur when speeches are crossed, thoughts
are unbalanced and images are motivated by multiple provoking elements.
3. Irregular Paradise
Coexistence is not just an effect of the creative process. When we think of the vibrations produced
by the confluence of elements in a space, it should not necessarily illustrate
results and nothing else. Today
the great geopolitical processes are also related to this. Contemporary migratory movements are
also aware of this. The asymmetry
of bodies, languages, fashion, the way of thinking, consumer habits,
technologies and of each atom in movement, produce forms of coexistence where cultures and their
artistic, political or social expressions, in general, are possible thanks to
these multiple irregularities; to the emergence of movements produced by need
or desire.
Asymmetry
carries in itself the idea of coexistence. That which is different is at the same time laden with need
and company. The disordered
movement of atoms by the planet is, then, a powerful current of symbolic,
emotional and biological mobility.
So is the instability of genres, the interchange of bites, the
modifications to genetic codes, the versions of information, the changes in energy
and so many other things related to our existence in the XXI Century.
Ana Ajmatova, a
poet of the XX Century, who suffered the pressures of a regime based on the
need for symmetry and a chastiser of diversity, wrote: “We are so intoxicated with each other
/ that we could unexpectedly sink.”
These words interpreted over and over in literary critiques can help us
here, far from those analyses, to understand space, movement and that which is
different.
Can
we remain unchanged? Does existing
with the other accentuate our asymmetries in allowing desire and need to
continue uniting us? Further on,
the Russian poet says: “This
incomparable paradise / could become a terrible affection./ Everything seems to
be a crime.” If that union which
has been blessed through the times is degraded due to a stagnant permanence of
a life that does not vary, where do we find justification to continue, persist,
exist? Is a static world possible?
Ajmatova, after referring to divine forgiveness opens a possibility: “We carry
Paradise like a holy chain / we see it like a unfathomable cistern, /deeper
that the admirable books / That suddenly appear containing it all.” Do we dare, in the context of our
writings – the reader and mine, where we share the differences and disagreements
which I celebrate, exist – to look at the paradise within us, also as the
blessed chain of all our meanings?
It is the depth of the total of all the irregularities that identify us,
in movement once more, indicating the negative to adhere to a pattern,
confirming the differences that allow us to coexist. We do not seek the origin of that paradise, it is within us;
it is a part of our human condition. None of us are the same, because we have
to transform.
That
which we carry with us is the condition of the existence of asymmetry since the
beginning of the universe, and its acceptance, will allow us to live together
in a natural, irregular, diverse and conflictive manner. Opening a symbolic
space that nurtures and indicates this, as does the Salon of Coexistence, will
distance us from crime and return us to the paradise of that “infinite chain”
of possibilities of being alive.
Traducción: Rosemary Salazar
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